lunes, 9 de mayo de 2016

Locura que sana

Estoy en la sala de espera de un manicomio, pero todos me parecen más cuerdos que en ningún otro lugar, excepto por las personas que venden en los quioscos, jóvenes que de acuerdo a su uniforme, pertenecen a un programa de rehabilitación.

Uno de ellos se acerca a mí, me pregunta la hora y si me he puesto medias, le enseño mis medias y sonrío, me parece el tipo más tierno del mundo, no tengo miedo, me siento en confianza.


Espero oír un nombre y dejarme llevar después, hacia lo que venga.